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12 08, 2021

DISCIPLINAS ESPIRITUALES EN DÍAS OSCUROS

2022-09-21T14:38:17-05:0012 agosto, 21|

Acabábamos de conducir a casa después de un día de Navidad maravillosamente feliz con algunos miembros de nuestra familia. (Nuestro gobierno nos permitió mezclarnos ese día, pero tuvimos que conducir a casa esa noche listos para el próximo período de estrictas restricciones de COVID). Mientras arreglaba las cosas en casa, se me llenaron los ojos de lágrimas. ¿Por qué? Después de todo, había sido un día hermoso, lleno de armonía y alegría familiar.

Bueno, a los días naturalmente oscuros (para nosotros en el hemisferio norte) y al clima gris y húmedo (del cual hemos tenido mucho) se agregó la tristeza de las restricciones de COVID, la miseria del distanciamiento social, la interrupción de la iglesia y el incertidumbres acerca de cuándo podríamos volver a ver a familiares o amigos valiosos.

No hay nada de especial en mi tristeza. Pero me impulsó a reflexionar sobre qué disciplinas espirituales serían beneficiosas para mí y para otras personas que experimentan la oscuridad.

Las resumo en cinco palabras.

1. Lamento

El lamento se centra en tres verdades: el carácter de Dios, la verdad sobre mí mismo y la tristeza que está en la raíz de todos nuestros dolores.

Existe toda la diferencia en el mundo entre derramar lágrimas y derramar “lágrimas a Dios” (Job 16:20). Porque cuando lloro en la presencia de Dios, lo hago ante el rostro del amor infinito, la sabiduría infalible, la fidelidad inmutable y la bondad infalible; ante el Padre que envió a Su Hijo para salvarme; ante el Hijo que me amó y se entregó a sí mismo por mí; en el poder del Espíritu que derrama amor en mi corazón. El llanto puede sentirse solo; llorar en la presencia de Dios nunca lo es.

Pero el lamento bíblico (por ejemplo, en los Salmos o en los cánticos de Lamentaciones) también me presiona a recordar quién soy como doliente. Por naturaleza soy un rebelde en un mundo bajo el pecado. Y, sin embargo, en Cristo no soy simplemente caído, sino justificado: un pecador para quien no hay condenación, un pecador cuyos pecados son llevados por la muerte del Señor Jesús.

Entonces, ¿por qué, en Cristo, debo afligirme? Quizás Romanos 8:17 lo expresa de la manera más clara: «Sufrimos con Cristo para que también seamos glorificados con él». En este mundo, esperamos sufrir. Ya sea por enfermedad, frustración, duelo y debilidad, o —para muchos— en persecución de un tipo u otro, el sufrimiento no debería sorprendernos. Pero es maravilloso recordar que no sufrimos solos. Nuestros dolores nos llevan a la comunión con Cristo.

2. Agradecimiento

Una vez, cuando me sentía bastante deprimido y lleno de autocompasión, un amigo me escribió una carta diciéndome lo útil que había encontrado la disciplina de la acción de gracias diaria. En lugar de reprender mi mala actitud, enumeró algunas de las bendiciones por las que agradeció y me recomendó implícitamente la práctica. Nunca he olvidado su bondad ni sus consejos.

La acción de gracias coexiste en la vida de fe con el lamento, como tantas veces vemos en los Salmos. Impregna las oraciones del apóstol Pablo. No dar gracias es uno de los marcadores fundamentales de la idolatría en Romanos 1:21. Parece claro en las Escrituras que la acción de gracias no es una disciplina simplemente para cuando me siento agradecido, sino también una disciplina para los días oscuros.

Y por eso estoy conmoviendo mi alma de nuevo para dar gracias a Dios. De él fluye toda bendición espiritual (Efesios 1:3), todo lo que poseemos en Jesús, de modo que, en las palabras de un cántico maravilloso, «ya no hay más para que el cielo nos dé». Habiendo dado a Jesús, Dios me ha dado todo lo que necesito para la vida y la piedad.

Esto me impulsa a hacer mi acción de gracias más particular mientras exploro el orden providencial de Dios en mi vida, trabajando todas las cosas para el honor de Jesús y para mi bien.

 3. Regocijo

Seguida a la acción de gracias está la disciplina del regocijo. Una vez más, esto a menudo coexiste con lágrimas en la paradoja de la vida de la fe (“triste, pero siempre gozoso”, 2 Cor. 6:10). Necesito permitirme que me recuerden, que me conmuevan, que me reconforten las verdades que conozco acerca de Dios mi Salvador, las verdades anunciadas y proclamadas en el evangelio del Señor Jesús.

No quiero tener miedo de renovarme. He estado reflexionando sobre esa extraña exhortación en la carta de Judas: “Guardaos en el amor de Dios” (Judas 21). O, parafraseando: ¡Sigue y sigue siendo amado por Dios! Déjate amar. No te alejes de ser amado. Es una exhortación extraña, pero necesaria porque mi tendencia natural es alejarme, ya sea en una miseria legalista de activismo desesperado, o en una búsqueda vana de la felicidad lejos de Dios, o en la creencia de que Su ley es represiva y aplastante.

4. Intercesión

Recientemente, leí 2 Corintios 8:9 y me sorprendió el fluir de la gracia divina: Jesús se hizo pobre para darnos riquezas, lo que luego nos mueve a derramarnos por los demás para que ellos también se vuelvan ricos. Cuando Pablo describe su propio ministerio como “pobre, pero enriqueciendo a muchos” (2 Cor. 6:10), suena notablemente como el modelo de su Maestro. Nuestra oscuridad actual puede convertirnos en nosotros mismos (al menos, lo hace para mí), pero el evangelio de Jesús nos enriquece y nos vuelve hacia afuera.

Para mí, esto significa una renovada disciplina de intercesión por los demás. Sospecho que el servicio más auténtico hacia los demás tiene sus raíces en la oración de intercesión por ellos. Orar por los demás nos evita la introspección destructiva y la autocompasión.

5. Obediencia

Finalmente, como he luchado en algunos días oscuros para levantarme de la cama y continuar con las tareas del día, ha sido útil recordarme a mí mismo que, mientras haya vida, hay buenas obras preparadas para que caminemos (Ef. 2:10). Muy a menudo pienso que esto es “la obediencia de la fe” (Rom. 1:5), obediencia simple que cree que Dios ha puesto las buenas obras delante de nosotros y confía en que Él nos dará fuerza para lo que nos ha llama hoy.

Y tan a menudo empezar, es la clave. Porque donde hay un comienzo, puede haber una continuación, hasta que al final pueda mirar atrás a un día bien empleado, por poco que crea que he logrado.

 

ESCRITO POR: Jorge Luis Rodríguez

18 07, 2021

Pablo, un hombre cambiado radicalmente

2021-07-18T18:18:39-05:0018 julio, 21|

Pero les resistía Elimas, el mago (pues así se traduce su nombre), procurando apartar de la fe al procónsul. Entonces Saulo, que también es Pablo, lleno del Espíritu Santo, fijando en él los ojos, 10 dijo: !!Oh, lleno de todo engaño y de toda maldad, hijo del diablo, enemigo de toda justicia! ¿No cesarás de trastornar los caminos rectos del Señor?
Hecho 13:8-10

Llama la atención la sincera transformación de Pablo al encontrarse con Jesucristo en el camino a Damasco. Es un hombre lleno del Espíritu Santo que no solo predicaba con pasión el mensaje del Evangelio, sino que era respaldado con poder y autoridad de Dios como vemos en Hechos 13, ante la oposición de Simón el Mago. Pablo es modelo del verdadero creyente en Cristo, como afirmó a la gente en 1 Corintios 11:1: Sed imitadores de mí, así como yo de Cristo”.    

Fue un hombre bien preparado para su tiempo. Cuando tenía 14 años estudió en su ciudad, Tarso de Cilicia, siendo el deseo de sus padres que llegara a ser un doctor de la Ley. Fue a Jerusalén, en dónde, estudió a los pies de Gamaliel, insigne letrado. 

El Señor Jesús vio en Pablo un hombre comprometido que se convertiría en uno de los mayores predicadores del Evangelio. Pablo se comprometió totalmente con la causa de Jesús. No se quejaba, sino por el contrario se regocijaba de haber sufrido por Jesús. 

Los sufrimientos de Pablo por el Evangelio fueron muchos y en diversas formas. Él se había entregado a su Señor de manera ilimitada. Amaba en realidad a Jesús y estaba dispuesto a darlo todo. Su cambio fue radical. (2 Corintios 11:24-27) “De los judíos cinco veces he recibido cuarenta azotes menos uno. Tres veces he sido azotado con varas; una vez apedreado; tres veces he padecido naufragio; una noche y un día he estado como náufrago en alta mar; en caminos muchas veces; en peligros de ríos, peligros de ladrones, peligros de los de mi nación, peligros de los gentiles, peligros en la ciudad, peligros en el desierto, peligros en el mar, peligros entre falsos hermanos; en trabajo y fatiga, en muchos desvelos, en hambre y sed, en muchos ayunos, en frío y en desnudez”.

Hechos narra la primera travesía de Pablo junto a Bernabé. Luego Pablo hizo dos viajes más predicando el evangelio de Jesucristo y fundando congregaciones. Al final de su ministerio, llegó a Roma donde permaneció dos años bajo arresto domiciliario, y allí predicaba la Palabra. La muerte de Pablo ocurrió posterior al Gran Incendio de Roma en julio del año 64.

Los escritos de Pablo enfatizan la crucifixión, la resurrección y la Segunda venida de Cristo. El apóstol Pablo nos dejó sus epístolas que han sido fundamento de nuestra doctrina cristiana. También dejó el más desafiante testimonio de entrega total a Jesucristo. (Romanos 1:16) “Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío primeramente, y también al griego”.      

 

– Dairo Rubio Gamboa

10 06, 2021

TRES ENEMIGOS EN EL MATRIMONIO

2022-09-21T14:38:24-05:0010 junio, 21|

Este mes mi esposo y yo cumplimos tres años de casados. Debo comenzar contándoles que Andrés y yo somos muy diferentes y, durante estos primeros años de matrimonio, no todo ha sido color de rosas. Luego de los primeros meses de luna de miel aparece el verdadero desafío del matrimonio: APRENDER A AMAR.

¿Que si yo sabía amar antes de casarme? Diría que sí. Mi amor no era perfecto, pero creo que lo hacía bastante bien con la ayuda de Dios. Al menos eso era lo que pensaba. Después de tres años estando casada, me doy cuenta de que no había sido tanto así. Mi amor ha sido perfeccionado en el matrimonio y aún continúa siéndolo.

Amar al prójimo es una cosa: amar a los padres, a los hermanos, a los amigos, a los colegas de trabajo, a los vecinos, a la viuda, al huérfano, al extranjero, al indigente, al enemigo, etc., etc. Venimos toda una vida practicando este amor.

Amarnos a nosotros mismos es otra cosa que venimos practicando toda una vida. Pero algo distinto es: “amarse a ‘uno mismo’ y que ese ‘uno mismo’ no sea uno”.

¿Qué es eso? Se preguntarán. ¿Qué significa esa frase tan rara que acabas de lanzar? Ya sé que parece un enigma o algo que no tiene sentido, pero es lo que es. Amar al cónyuge es amarse a uno mismo. Va más a allá de amar a alguien con el que se convive. Dicen algunos que el matrimonio se vuelve difícil debido a que el factor “convivencia” entra en juego. Pero no es solo eso, se trata de un desafío y compromiso de amor altamente espiritual que no se lo tiene con ninguna otra persona.

Para darles un ejemplo: En mi familia de origen, cuando vivíamos aún en casa ya de adultos teníamos la costumbre de que cada uno se arregle como pueda en las comidas. Es más, cada uno hacía sus compras y dentro de la refrigeradora se etiquetaban con nombre ciertas cosas para no confundirlas. Esto lo hacíamos para llevar un orden y por respeto a los demás. Si alguien comía algo, nadie estaba obligado a brindar nada, aunque muchas veces lo hacíamos. Pero no era nada de “vida o muerte” cuando alguien no lo hacía. En la casa de origen de mi esposo, las cosas eran diferentes. Todos compartían en la mesa las comidas y hasta ahora lo hacen. Todos los alimentos en casa eran de todos.

Desde que Andrés y yo nos casamos, compartimos la mayoría de las comidas juntos, no porque lo hubiéramos planeado, sino porque se dio orgánicamente de esa manera. Nunca habíamos hablado de este tema hasta que un día me atreví a comer sin él y no le brindé lo que había preparado. En ese momento me abrió su corazón y me contó que para él significaba mucho el compartir las comidas.

¿Qué hacer con los valores diferentes que hemos aprendido en nuestros hogares? ¿Cómo llegar a un acuerdo con nuestro cónyuge al momento de formar un nuevo hogar? Es muy importante tomar en cuenta estas diferencias porque éstas, así como pueden potenciar nuestro matrimonio, también lo pueden acabar.

A continuación, quiero resumir tres enemigos que podrían estar ocultos en medio de lo que llamamos “nuestros valores familiares” con los que entramos al matrimonio y a los que hay que erradicar en el amor de Cristo.

1) Individualismo

Hay un viejo y conocido refrán africano que dice: “Si quieres llegar rápido anda solo, pero si quieres llegar lejos anda acompañado”. Siempre será más rápido, y a veces más fácil, hacer las cosas uno solo. Uno de los valores del mundo, que en este artículo llamaré “antivalores”, es precisamente el individualismo. ¡Y qué tan lejos de la esencia de Dios está esto! Los llamo antivalores porque están directamente en contra de los valores del Reino. Dios es trino (2 Corintios 13:14) y muy bien conocemos que Él ama la comunión o términos como compañerismo, unidad, intimidad o relaciones (Juan 10: 30, Juan 13:34-35, Juan 17:21-23). Él mismo encarna este valor al ser Padre, Hijo y Espíritu Santo, y gozarse en su identidad.

Él desea que sus hijos experimenten lo mismo viviendo una vida en base a relaciones. Al ser humano, por cuanto es pecador, se le torna difícil relacionarse con otro pecador al igual que él. Es por eso que opta por la opción más fácil de vivir individualmente para ahorrarse los conflictos que pueden darse en las relaciones.

En el caso particular del matrimonio, esta intimidad entre dos seres humanos es mucho más profunda. Dios lo determinó así, de manera que le dijo al varón y a la mujer que serían una sola carne (Génesis 2:24). Este concepto de una sola carne es una locura para el mundo. Es algo imposible de entender y peor de practicarlo. Lo que el mundo dice acerca del matrimonio es:

“Juntos, pero no revueltos. Te dejo entrar a mi vida, pero hasta cierto punto. Comparto contigo el paraíso, pero tus demonios y los míos, mejor no los topemos. Quédate con los tuyos y yo me quedo con los míos, así podremos vivir en armonía”.

El hombre individualista atesora para sí lo suyo. Es por eso que los demonios (pecados) nunca se van de su vida porque no han sido expuestos y enfrentados en el contexto de una relación (Proverbios 27:17).

El considerar en cierto punto que “mi cónyuge no tiene nada que ver conmigo” nos hace egoístas. “Si mi esposo se equivoca en algo, pues que se la arregle él sólo, como bien pueda, que solucione el problema sin mi ayuda, para que aprenda”. Si queda mal, pensamos: “pues se lo buscó”. No consideramos que, si mi pareja queda mal, yo también quedo mal.

Muchas veces somos muy duros con nuestros cónyuges porque nos olvidamos de que somos una sola carne, o porque sencillamente nosotros somos duros con nosotros mismos, y de la misma manera tratamos a nuestra pareja, con altas exigencias y con poca gracia.

El ser una sola carne, tiene que ver con lealtad y complicidad. Le decimos a nuestra pareja: “Si tú ganas, yo gano, si tu pierdes yo pierdo, si a ti te duele, a mí me duele, si a ti te alegra a mí me alegra” (Romanos 12:15).

2) Hedonismo

La RAE describe al hedonismo como la tendencia a la búsqueda del placer y el bienestar en todos los ámbitos de la vida. El ser humano en su naturaleza pecaminosa es hedonista. Busca el placer y huye de todo lo relacionado con el dolor. Muchas parejas se casan con altas expectativas de poder ser felices por siempre. Lamentablemente en la mayoría de los casos, los votos matrimoniales “juntos en la riqueza y en la pobreza, en la salud y la enfermedad”, se los dicen de la boca para afuera, sin estar realmente comprometidos con ellos. Muchos matrimonios se terminan al desvanecerse la ilusión de que todo iba a ser color de rosas. Muchos no están dispuestos a vivir la arista sufrida del amor que la misma Biblia la menciona (1 Corintios 13:4).

Al vernos decepcionados muchas veces de nuestro cónyuge, optamos por apartarnos, por hacernos a un lado, por rendirnos y no seguir amando. El hedonismo no cumplido en nuestra vida nos lleva en muchos casos al individualismo. Vivir en el mismo techo, pero separados en alma y espíritu. Pagar con la misma moneda: “Si no me das lo que necesito o lo que yo quiero, yo tampoco tengo porqué darte nada”. Una pareja viviendo juntos, pero remando en direcciones muy distintas y a veces hasta apuestas.

La cooperación no existe y en muchos casos llega la famosa competencia y finalmente el abandono. El que verdaderamente ama no abandona, no se rinde, lucha hasta las últimas consecuencias y apuesta hasta el final por el bienestar de la relación (Mateo 5:38-48).

3) Falso amor

Hace pocos días escuché a un famoso psicólogo dando una charla on-line sobre relaciones de parejas. En su tesis explicaba que existía una diferencia entre el amor universal y el amor entre parejas. Decía que el amor universal es el que uno siente y expresa por la humanidad, por ejemplo, cuando se ayuda dando de comer a los niños de África sin esperar nada a cambio. Pero que el amor de pareja no es lo mismo. Este amor debe ser correspondido, sino no es amor y no funciona.

Lejos de quedarme sorprendida de su afirmación, me confirmó una vez más, los conceptos tan equivocados que el mundo maneja sobre el amor. Me dio hasta un poco de gracia escuchar esta definición de amor universal, un amor que para mí no es amor, ni siquiera porque no espera nada a cambio, “supuestamente”. Esas obras altruistas, muchas veces están lejos de ser amor, son simplemente manifestaciones de nuestro ego, de querer ayudar a otros porque sencillamente esto nos hace sentir bien (1 Corintios 13:3).

Ya Dios lo determinó, el amor no es egoísta, el amor es sufrido. Muchas veces no será correspondido y no por eso deja de ser amor. Todo lo contrario, el amor da sin esperar nada a cambio (1 Corintios 13).

En conclusión, ya sea que estés soltero o estés casado luchando por la causa, no te olvides que primero vas a tener que estar dispuesto a morir.

Para terminar, les dejo esta frase que alguna vez la leí o la escuché por ahí:

“Yo me casé porque tenía tanto amor de parte de Dios que quise entregar lo que me sobraba”.

Les dejo esto por aquí y me retiro lentamente. ¡Hasta una próxima!

 

ESCRITO POR: Daniela Cotrina

3 06, 2021

CRISTIANISMO TÓXICO: LA DOBLE CARA DEL CRISTIANO

2022-09-21T14:38:25-05:003 junio, 21|

Lobos rapaces vestidos de ovejas. (Mt 7:15)

Sepulcros blanqueados. (Mt 23:27)

¡Serpientes, generación de víboras! (Mt 23:33)

Imagina que dijeran eso de ti. Peor aún, imagina que Jesús dijera esto de ti: el Príncipe de Paz, el hijo de amor que murió por la humanidad. ¿Quién puede hacer surgir en los labios de Cristo estas palabras como dardos afilados? – Los hipócritas.

Cuando pensamos en hipócritas, como cristianos, inmediatamente, pensamos en los fariseos. En nuestra mente se forma una imagen maquiavélica de hombres que enriquecen sus bolsillos y se ríen de los desdichados que logran engañar para su propio beneficio. Es cierto, que muchos eran así. Pero más cierto es que la verdadera imagen de la hipocresía no siempre está en los fariseos de hace 2.000 años. El rostro de la hipocresía lo vemos cada domingo en la iglesia. Nos saluda afectuosamente mientras entramos. Nos dirige en canciones y toca los instrumentos de manera hermosa. Nos lidera en oración y nos enseña sobre la palabra de Dios. Se sienta a nuestro lado y es nuestro amigo, nuestro hermano. Pero más que todo esto, la cara de la hipocresía la vemos todos los días en el espejo.

Cristianismo Light

Muchos recordarán cuando las bebidas bajas en azúcar salieron al mercado y empezaron a ser populares. Todo llevaba la palabra light, zero o diet al final. Nos vendieron la idea de tener los mismos beneficios del producto original (sabor) sin tener las consecuencias negativas de algunos ingredientes como el azúcar. Pero como dice la sabiduría popular “si parece demasiado cierto para ser real, entonces lo es”. Años después salieron estudios comprobando que los edulcorantes no calóricos realmente pueden ser nocivos para la salud. En grandes cantidades puede ser incluso peor que el producto original.

Así es el cristianismo light. Promete que puedes seguir a Jesús, pero seguir disfrutando de lo que hacías antes. Puedes ir a la iglesia, pero puedes salir a tomar con tus amigos. Puedes publicar versículos cristianos en tus estados, y puedes seguir acostándote con tu pareja sin estar casados. Puedes decir que amas a Jesús, pero puedes subscribirte también al horóscopo, la ley de la atracción, el misticismo ancestral, etc. El cristianismo light, te vende gato por liebre. Si no es Jesús; 100% Jesús, entonces no es el Evangelio.

Nos subscribimos a esta corriente de pensamiento incluso sin pensarlo. La gente no estudia la palabra, no se preocupa por buscar a Dios, no busca corregir y renovar su pensamiento con la Palabra. Por eso nunca nos damos cuenta de que lo que hacemos está mal. El ser humano tiende naturalmente a la hipocresía, es parte de nuestra naturaleza de pecado. Si no estamos continuamente renovando nuestras mentes y enfocándonos únicamente en el evangelio de Cristo, vamos a dejarnos engañar por corrientes que nos alejan de Dios. Como la parábola de los cimientos en Lucas 7. Todo lo que no es Cristo es como arena. Solo Cristo es la roca firme, y si construimos nuestras vidas sobre algo que no sea completamente Cristo, se va a derrumbar eventualmente. La arena va desapareciendo y nuestra vida se derrumba. La hipocresía nos dice que podemos tener a Cristo y a la vez una vida que no lo refleja a Él. La hipocresía nos vuelve tontos (sin ánimo de herir susceptibilidades) .

Hipocresía en la Iglesia

Creo que podemos dividir las hipocresías del cristiano en 2 grupos. Aquello que ocurre dentro de nuestras comunidades cristianas y aquello que ocurre fuera de nuestras iglesias. Lo que nos afecta como hermanos y lo que afecta el testimonio de la iglesia. Lo interno y lo externo.

Interno

La hipocresía interna de la iglesia se manifiesta de dos formas: no hacer lo que predicamos y juzgar a los demás siendo iguales o peores. En la iglesia no suele faltar ninguna de estas dos manifestaciones. No importan qué tan grande o pequeña sea la congregación siempre habrán chismes, palabras necias, sospechas y mentiras. Santiago nos habla mucho sobre la lengua y el poder de las palabras.

Con ella bendecimos al Dios y Padre, y con ella maldecimos a los hombres, que están hechos a la semejanza de Dios. De una misma boca proceden bendición y maldición. Hermanos míos, esto no debe ser así.

Santiago 3:9-10

Hace 2.000 años lucharon con esto y hoy en día también. Santiago es muy claro: no debe ser así. Cuidemos nuestra lengua. La gente bendice a Dios y maldice a la gente con la misma boca. ¿Cómo estamos usando nuestra boca? Como cristianos no debemos ser así.

Otro problema es que damos una falsa apariencia de quienes somos. Un fenómeno extraño es que cuando los cristianos entran por las puertas de su iglesia de repente les crecen alas, les sale un halo sobre su cabeza y comienzan a flotar sobre el piso. Todos nos volvemos tan santos como los ángeles. Pero tan pronto salimos por esas puertas, botamos el halo al piso y nos parecemos más a los ángeles caídos.

Ponemos una pantalla de cristianismo, una apariencia, una máscara. De hecho, la palabra hipocresía viene del griego “actor”, literalmente significa ponerse una máscara. Muchos cristianos creen que con aparentar algo que no son, es suficiente. Tristemente ninguna apariencia falsa dura para siempre y el engaño eventualmente se descubre. No puedes “falsearlo hasta lograrlo”.

Hace poco una amiga me contó que de joven tuvo una gran amistad con una familia misionera. Eran casi como familia. Un día viajó a su país y decidió saludarlos, pero la trataron de la peor forma, casi como a una delincuente. ¿Dónde quedó el amor de Cristo? ¿Dónde quedó el corazón del misionero? Eso no puede suceder entre nosotros. No podemos ser una persona en la iglesia y en el campo de misiones y otra persona completamente diferente en otros ámbitos.

Exterior

Fuera de la comunidad cristiana también demostramos hipocresía y es una de las cosas más dañinas para el testimonio de Cristo. He perdido la cuenta de cuántas personas me han dicho que no creen en la Biblia o en Cristo por culpa de la hipocresía cristiana.

Me gusta su Cristo; no me gustan sus cristianos. Los cristianos son tan diferentes a su Cristo. Mahatma Ghandi

Cuando proclamamos el amor de Jesús con nuestra boca, pero nos damos vuelta e insultamos a las personas, no es ser como Cristo. Hace poco un auto me cortó el camino de manera peligrosa y por poco causa un accidente. Cuando sucedió lo primero que noté fue el pescado de Jesús (IXOYE) en la parte de atrás. Me pregunto qué tipo de cristianismo predica esa persona en su vida diaria, si conduce sin temor a Dios o a las personas.

Quizás ustedes conocen también personas que hablan muy bonito de Dios en persona pero sus redes sociales cuentan una historia completamente diferente. En realidad, si soy honesto, yo fallo en esto continuamente. Algo me causa gracia y lo publico, pero luego de algún tiempo considero que quizás a Jesús no le habría agradado eso. Es una lucha constante, reconozco que soy débil y fallo en esto. A veces tomamos nuestra naturaleza pecaminosa como excusa y justificamos nuestro pecado. Qué peligrosa es la hipocresía. Pablo acuso a los Corintios de gloriarse en el pecado. ¿Cómo reaccionaría Pablo al ver lo que publicamos y las cosas de las que nos reímos?

Nuestro humor, nuestros memes, nuestro trato con amistades, todo debe reflejar claramente a Cristo. Como la luna refleja al sol y deslumbra en la oscuridad más fiera. Cualquier cosa que no es Cristo en nuestra vida opaca Su reflejo y no es digno de un cristiano.

Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo digno, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo honorable, si hay alguna virtud o algo que merece elogio, en esto meditad.

Filipenses 4:8

De la abundancia de nuestro corazón hablan nuestras redes sociales. Ese es nuestro testimonio de Cristo al mundo. Tengamos cuidado de no destruir la imagen de Cristo.

¿Qué puedo hacer?

Toda la vida lucharemos con la hipocresía en nuestra vida. Es la naturaleza del cristiano porque somos de una manera (pecadores) y aspiramos ser de otra (santos). Pablo dice en Filipenses “yo no pretendo haberlo ya alcanzado”. No debemos pretender ser lo que no somos. Pero, aunque todos somos hipócritas, aspiramos a algo mejor. Ponemos nuestros ojos en Cristo y proseguimos hacia la meta.

No somos llamados a ser perfectos, pero somos llamados a ser cada día más como Cristo. Si alguien dice o parece ser perfecto, ten por seguro que no lo es. No es más que falsedad lo que aparenta en su vida. Seamos honestos sobre nuestras fallas y no esperemos perfección de una humanidad caída. Más bien animémonos unos a otros a ser más como Cristo, entendiendo que, así como mi herman@ falla yo también fallo, y más. Saquemos la viga de nuestro ojo antes de criticar la mota en el ojo de los demás.

El problema de la hipocresía es en sí un problema de enfoque y falta de humildad. Cuando estamos ensimismados en nuestra vida, fallamos. Tratamos de vivir por nuestras propias fuerzas, mostramos lo que hay en nuestro interior, hacemos nuestro mejor esfuerzo, pero nunca es suficiente. No podemos decir que somos seguidores de Cristo si realmente nos seguimos a nosotros mismos primero y a Jesús después. Cristo debe ser nuestra meta. Jesús es nuestro objetivo. Si nuestros ojos están puestos en Él, nos acercamos más a su perfección y lo logramos con sus fuerzas. Lo que reflejamos es Cristo porque es quien ilumina nuestro rostro. Pero si vivimos solo en nuestras capacidades, lo que reflejamos es nuestras propias fallas y pecaminosidad. Todo se vuelve una máscara de hipocresía.

Pon los ojos en Cristo y prosigue hacia la meta. Admitamos que somos pecadores, pero que aun así buscamos ser mejores. No es hipocresía admitir que somos pecadores aunque seguimos a Cristo. Hipocresía es pretender ser perfectos cuando la Biblia claramente dice que no lo somos. No seamos hipócritas. Seamos reales. Seamos cristianos.

 

ESCRITO POR: Bryan Rubio

27 05, 2021

EL ROL DEL HOMBRE EN LA IGLESIA

2022-09-21T14:38:26-05:0027 mayo, 21|

Este es un tema complicado de tratar ya que ha sido discutido de muchas formas y maneras a lo largo del tiempo, en el presente artículo, más que debatir sobre el tema intentaré presentar varios puntos de vista que nos permita llegar a conclusiones prácticas, quizá no sean reflexiones en sí mismo, expondré varias ideas que con la bendición de Dios nos ayuden a pensar diferente.

Primero debo destacar que el rol bíblico del varón está absolutamente definido y perfectamente explicado, creo que desde la perspectiva bíblica no hay nada que debatir o discutir, por lo tanto, el analizar el rol del varón en el entorno iglesia es más bien un tema de funcionalidad y por qué no decirlo de cultura tanto personal como religiosa. Bíblicamente hablando no existe una diferenciación entre hombre y mujer, Jesús en la práctica devuelve la dignidad a la mujer de muchas maneras, ciertamente hay que considerar que la cultura judía daba una mayor visibilidad a los hombres por sus funciones sociales, sin embargo, si acudimos al Evangelio nos encontramos a Jesús haciendo una misma pregunta a Pedro y a Marta de Betania. Pedro, ante la pregunta: “Y vosotros ¿quién decís que soy yo?” Responde: “Tu eres el Mesías el Hijo de Dios vivo” (Mateo 16, 13-20; Marcos 8, 27-30; Lucas 9, 20). En Juan 11, 26-27 hay un diálogo muy parecido, intenso y profundo, previo a la resurrección de Lázaro. Al terminar de hablar Jesús pregunta a Marta: “¿Crees esto?” A lo que Marta responde: “Sí Señor, yo creo que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios que había de venir al mundo”. La pequeña diferencia es que a Pedro le señala que no sale de él la respuesta, sino que le ha sido revelada por el Padre, mientras que a Marta no le dice nada. Y la respuesta ha sido idéntica. No podemos decir que Pedro (y con él los varones) haya sido ni más sincero, ni más inspirado que Marta (y con ella las mujeres). Por lo tanto, los hombres no se pueden atribuir más méritos que las mujeres.

En la cultura latina y por la manera en que se han desarrollado las personas con relación a sus vivencias religiosas, la mujer ha sido la que predominantemente ha tenido presencia física en la iglesia, de hecho algo que es muy frecuente ver en nuestro entorno es que la mujeres suelen buscar ayuda antes que los varones y de esto también se desprende que la mujer al estar más visiblemente cerca del entorno eclesial evidentemente se vincula con mayor facilidad a las actividades y por lo tanto asume muchas veces un rol protagónico aunque no necesariamente muy visibilizado y eso se evidencia en que es más fácil tener reuniones de damas que de caballeros; por otro lado cuando el varón desarrolla una fe práctica y vive una relación solida con el  Señor se vuelve un líder de opinión y puede con facilidad influenciar para bien a quienes le rodean, debo resaltar que mi criterio lo estoy tratando de enfocar en el individuo (varón), y no en grupo objetivo como varones adultos, solteros o casados.

Hoy en día hay un debate claro que se desprende del hecho de que si las mujeres están de muchas maneras presentes en la iglesia, deberían ser ellas las que tomen un mayor protagonismo ocupando cada vez más posiciones de liderazgo  y por qué no decirlo de poder, y aunque ese no es el tema de este artículo y por lo tanto no emitiré criterios en esta dirección, debemos evitar que ciertas ideologías se inserten en la iglesia del Señor, Dios sabe a quien usa y a quien levanta para Su obra, he visto procesos de iglesia en los que se habla de equidad de género y de respetar derechos adquiridos, sobre cualquier cosa hay que cuidar la Palabra y sus principios con profundo celo sin que eso signifique volvernos legalistas y cerrados a lo que Dios haga en y con las personas, independientemente si son hombres o mujeres.

Retomado el tema que nos compete, creo profundamente que un varón asume el rol que le corresponde cuando centra su vida en Cristo y no antes, es necesario redefinir el rol del varón desde su identidad como hijo de Dios; solo hombres transformados por la misericordia de Cristo y viviendo un evangelio integral logran ubicarse en el lugar que Dios ha preparado para ellos y esto aplica a todas las áreas del ser humano, así que el debate real está en ¿qué hacemos como iglesia para formar y cuidar (discipular) varones que desarrollen un corazón conforme al corazón de Dios?. Creo que este realmente es el tema medular a considerar, ¿qué estamos haciendo para formar varones que amen a Dios y crezcan en su conocimiento? ¿Cómo nuestros procesos de discipulado cumplen las expectativas reales de nuestros miembros varones? ¿Qué intencionalidad tenemos como iglesia local para formar a nuestros miembros más allá de nuestras múltiples actividades? Todas estas preguntas y otras en la misma dirección deben ser formuladas con seriedad dentro de nuestros planes de cuidado a los varones.

Una de las constantes quejas en los círculos cristianos es la manera en que nuestras actividades absorben el tiempo y los recursos de los asistentes, hay personas que se involucran profundamente en las actividades de la iglesia local aun considerando que el involucramiento no necesariamente es señal de conversión real o de una vida transformada, muchas veces hay circunstancias que en un momento de nuestras vidas nos permiten entregar más tiempo a las actividades de iglesia, para chicos adolescentes o estudiantes en general, personas solteras, hay  ciertos momentos de su vida en que la iglesia y sus actividades pueden ser más fáciles de asumir, sin embargo, los tiempos y las prioridades cambian en la medida en que asumimos nuevas responsabilidades o que exploramos otras experiencias que nos pueden parecer más emocionantes aunque no necesariamente más edificantes. Creo que para analizar este tema debemos considerar varios puntos de vista:

  1. Muchas iglesias centran sus objetivos en la cantidad de eventos que realizan y la manera en que a través de ellos captan gente, muchas veces esto los lleva a medir su éxito ya sea por el involucramiento de la gente o por la cantidad de eventos que se realizan, sin considerar que esta estrategia a corto o mediano plazo cansa y desgasta, además que puede hacer que los involucrados en un momento se sientan utilizados por el sistema.
  2. Varios modelos consideran que mientras más involucremos a los asistentes, más fuerte será su compromiso con Dios, de hecho, llegamos a pensar que menor compromiso con las actividades o con los líderes implica una mala relación con Dios mismo.
  3. Nos centramos más en la calidad de los eventos que realizamos que las necesidades de nuestros miembros.
  4. Realizamos proyectos de captación de gente y no de cuidado pastoral y discipulado constante.
  5. No equilibramos los tiempos del pastor y su involucramiento en la iglesia con las actividades y prioridades de los miembros, no pocas veces abusamos del voluntariado.
  6. Muchas veces no medimos el impacto de nuestras acciones y en vez de juntar familias las dividimos. Exigimos que los jóvenes asistan a nuestras reuniones, pero no los animamos a ser parte de sus núcleos familiares, pedimos a nuestras mujeres compromiso con la iglesia aunque sabemos que eso puede significar descuidar su casa, pedimos a las personas priorizar actividades a veces a costa de sacrificar trabajo o responsabilidades elementales.

Solo para acotar lo mencionado, quiero reflexionar en el hecho de que solo un discipulado claro, bíblico, relacional y de largo plazo nos ayuda a asumir con claridad nuestros roles y funciones, debemos trabajar desde un evangelio que forme la ética, que provea herramientas prácticas de vida y no modelos que muchas veces pasan por alto el pecado o se vuelven tolerantes mientras las acciones de las personas no afecten la economía o la imagen de la iglesia local.

Debemos entender la vida de los hermanos y con ello entender sus tiempos y necesidades, si dedicamos más tiempo a formar personas conforme a la palabra, también debemos entregar herramientas que les permitan tomar decisiones basadas en sus convicciones, aunque eso pueda significar que se alejen de las actividades de la iglesia, sin que esto signifique dejar de congregarnos, los varones debemos de urgencia trabajar en:

  1. Volver a la palabra, a su estudio, a su análisis, debemos adquirir herramientas que nos ayuden a entender la palabra para vivirla en nuestro día a día, es imprescindible enseñar a los varones a amar la Biblia y desarrollar pasión por ella.
  2. Hay que enseñar a nuestros varones a desarrollar integridad, a vivir su fe desde sus hogares y extenderlo a sus lugares de estudio o de trabajo, hay que ayudarles a luchar contar el pecado en todas sus formas, pornografía y demás  adicciones, infidelidad, codicia y eso solo se logra con un discipulado que modele en todas sus formas a Cristo y solo a Él.
  3. Hay que enseñar a nuestros varones a depender de la oración y buscar intimidad con Dios, solo hombres que dependen de Dios logran superar las adversidades que el mundo propone.
  4. Hay que enseñar a los varones a ser sensibles y vulnerables para que sepan cómo llorar, cómo pedir un abrazo, cómo abrazar con santidad, cómo hablar con liberalidad y por sobre todo cómo ser ejemplo sin dejar de ser humanos.
  5. Hay que enseñar a los varones a que no somos autosuficientes y todopoderosos, necesitamos ayuda y apoyo. Cuando un hombre no pide ayuda inevitablemente miente y a veces se convence que mientras menos cuente, menos daño hace, esto pasa solo hasta que todo se derrumba.

Creo profundamente que el rol del hombre en la Iglesia empieza cuando el varón reconoce su necesidad de Dios, cuando las personas dependemos de Dios y cuando nuestra relación con Él se solidifica, el servir y asumir responsabilidades se vuelve una necesidad, la iglesia no necesita más hombres asumiendo su rol, “los hombres que aman a Dios, necesitan asumir su rol dentro de la iglesia como una parte vital de sus vidas”.

 

ESCRITO POR: David Rodríguez

6 05, 2021

LAS ADICCIONES: UN PROBLEMA DEL CORAZÓN HUMANO

2022-09-21T14:38:28-05:006 mayo, 21|

En la obra clásica de Homero, La Odisea, encontramos un relato muy interesante. En el texto se cuenta cómo Odiseo se embarca en una peligrosa travesía en su camino de vuelta a casa. Uno de los peligros más mortales, y que es parte de varias fábulas griegas, viene de las sirenas. Estos seres míticos, atraen a los marineros con sus cánticos y belleza; y los seducen a una muerte segura.

Odiseo entiende este peligro y pide a sus compañeros de viaje que lo aten al mástil del barco. En sus indicaciones deja claro que ignoren sus suplicas, aunque implore. Además, les pide que se tapen los oídos con cera para no poder escuchar los hermosos cánticos de las sirenas. El plan funciona y se dice que Odiseo fue el primero en no sucumbir a las sirenas.

En cambio, los Argonautas idean un plan distinto para resistir el peligro inminente. En este plan, el gran poeta y músico Orfo toca su lira de manera hermosa y con fuerza. La música invade los oídos de los marinos y ahoga los cánticos de las sirenas. En esa fábula el plan no requiere de cuerdas fuertes y oídos tapados, si no del uso de algo más bello que reemplace la tentación.

Muchas veces al hablar de las adicciones y al pensar en personas que están luchando con hábitos destructivos, existe una tentación de enfocarnos meramente en detener el comportamiento. Puesto en el contexto de las fábulas griegas ya mencionadas, podríamos decir que se lucha con las adicciones solamente con un enfoque de Odiseo y no de Orfo.

La Biblia, que no es una fábula, pero es nuestra autoridad máxima, nos da una mejor perspectiva al hablar de las adicciones y tentaciones. La Biblia muestra que el detener el comportamiento es primordial. Cristo mismo enseñó el principio de amputación radical. Este principio enseña que hay momentos donde es necesario arrancar ojos, y cortar miembros. Es mejor entrar al cielo de esa forma que ir con todo el cuerpo al infierno (Mateo 5:29-30).

Al buscar parar comportamientos adictivos o cuidarnos de las tentaciones es importante el cortar accesos y tomar medidas al estilo “atar al mástil del barco”. Esto puede incluir el poner filtros en una computadora, ir donde un médico si el comportamiento incluye factores físicos, ir a un lugar que bloquee acceso a las tentaciones, bloquear números de teléfono, reestructurar actividades, cortar relaciones, etc.

Al mismo tiempo, Jesús enseña que tan solo detener el comportamiento no es suficiente si no se llega a la raíz del problema. Bíblicamente, pese a que el detener comportamientos es una de las herramientas en contra de las tentaciones, La Biblia muestra que una perspectiva completa del problema busca no solo detener el comportamiento, si no además cautivar el corazón.

 

¿Qué es una adicción?

Para entender esto, tomemos como punto de partida la definición de adicción que encontramos en el diccionario de La Real Academia española.

1. Dependencia de sustancias o actividades nocivas para la salud o el equilibrio psíquico.

2. Afición extrema a alguien o algo.

Es interesante que estas definiciones usan los términos dependencia y afición ya que estas palabras tienen una gran conexión a una cosmovisión bíblica.

En primer lugar, una perspectiva bíblica de la primera definición nos recuerda que la humanidad fue creada para vivir en dependencia de Dios (Génesis 1, Colosenses 1). Desde la caída la humanidad busca ser autónoma y en ese proceso reemplaza una dependencia del Dios creador, bueno, sabio y perfecto por una dependencia a uno mismo.

En segundo lugar, tenemos que definir la palabra afición. Afición denota una atracción, inclinación, interés, cariño, y afecto a algo. Bíblicamente esas palabras están conectadas a la adoración. Quizás te sorprenda el hablar de la adoración de esta forma. Cuando pensamos en adoración nos viene a la mente la parte del culto dominical donde se cantan las canciones que son estilo baladas para Jesús (las canciones suaves y tranquilas).

Sin embargo, el concepto bíblico de la adoración tiene menos que ver con tus labios y más que ver con tu corazón. Es mediante la adoración que nuestro corazón muestra qué es lo que valora y de lo que depende.

Es de esa dependencia y confianza en nuestro corazón que nuestros labios deberían cantar y hablar (Lucas 6:45). Cristo deja este punto claro al decir que es desde el corazón de donde sale nuestro comportamiento y vida (Marcos 7:14–23). Otro ejemplo claro es en Proverbios 4.23 que dice “Con toda diligencia guarda tu corazón, porque de él brotan los manantiales de la vida.” Otros ejemplos incluyen Génesis 6:5, Mateo 22:34–40, 1 Samuel 16:7, Salmo 111:1 y Proverbios 23:7.

En resumen, es nuestro corazón quien decide en qué aficionarse. Es nuestro corazón donde atesoramos lo que apreciamos, deseamos, valoramos, nos motiva y en qué o quién buscamos refugio, paz, satisfacción, etc.

 

Adicción, corazón y adoración

Con este entendimiento de la humanidad, podemos concluir que una adicción es un problema de adoración y no meramente un comportamiento que se debe modificar. La idolatría es adoración desordenada.

Como en tiempos bíblicos, esta idolatría nos miente que podemos encontrar en algo o alguien lo que solo Dios nos puede proveer y promete. Estos ídolos nos exigen que hagamos sacrificios y nos prometen que, si seguimos volviendo a ellos, eventualmente encontraremos lo que buscamos. Al final pasa lo que dice en Jeremías 2.13, abandonamos a Dios, y buscamos agua viva en cisternas agrietadas que no retienen agua.

El Dr. Ed Welch lo explica claramente al decir:

“…La Escritura nos permite ampliar nuestra definición de idolatría, de modo que incluya cualquier cosa en la que ponemos nuestros afectos y nos complacemos como un apego excesivo y pecaminoso. Por lo tanto, los ídolos que podemos ver… ciertamente no son el problema entero. La idolatría incluye cualquier cosa que adoremos: el deseo pecaminoso de placer, respeto, amor, poder, control o ser libres del dolor. Es más, el problema no está fuera de nosotros, localizado en la licorería o en la Internet; el problema está en nuestro interior. El alcohol y las drogas son esencialmente elementos que satisfacen ídolos más profundos. El problema no es la sustancia idólatra: es la falsa adoración del corazón”. – Ed Welch, Addictions: A Banquet in the Grave (P&R, 2001), 49.

Ya que nuestro corazón fue creado para adorar, si no abordamos el corazón, podemos terminar en un problema común. ¿Cuántas veces escuchamos de personas que dejan una adicción para reemplazarla por otra? Además, ya que el problema está en el corazón y todos tenemos un corazón, tenemos que humildemente darnos cuenta que todos tenemos el potencial de ser adictos. Esto ocurre cuando permitimos que nuestro corazón ancle su satisfacción, esperanza, paz, refugio, en un substituto (en un algo o alguien) que no es Dios.

 

Entonces, ¿qué hacemos?

Primero, tenemos que recordar que el único que puede cambiar corazones es Dios. Es necesario, en primer lugar examinar nuestra condición espiritual. Dios promete que el verdadero creyente ha tenido un cambio fundamental en su interior y tiene un nuevo corazón. Este nuevo corazón puede tener momentos donde lucha con este mundo caído pero junto con el Espíritu Santo (quién mora en el creyente) van a plantear una batalla muy distinta con las tentaciones y adicciones que un no creyente.

Segundo, no nos enfoquemos nada más en cambiar comportamientos. Tenemos que hacer el trabajo de evaluar y discernir los deseos del corazón que llevan a comportamientos adictivos. Recordemos que Dios es bueno y que tenemos el bisturí perfecto para esta obra. Hebreos 4.12 dice “Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que cualquier espada de dos filos; penetra hasta la división del alma y del espíritu, de las coyunturas y los tuétanos, y es poderosa para discernir los pensamientos y las intenciones del corazón.”

La experiencia humana es compleja y el corazón profundo y engañoso. Tengamos cuidado de generalizar que es lo que una persona busca en su adicción. Una persona con una adicción a apostar puede apostar con distintas motivaciones:

· Desea hacer dinero fácilmente.

· Desea sentir la emoción de tomar un riesgo.

· Desea estar en el ambiente donde se apuesta.

· Desea proyectar un estilo de vida distinto.

Como cristianos muchas veces nos encanta hacer planes que requieran nada más tener cuerdas fuertes que nos mantengan lejos de la tentación o planes que nos tapen nuestros sentidos para no tener que luchar con deseos desordenados.

Dios es amoroso y tiene un mejor plan. Dios quiere que nuestros corazones crezcan enfocándose en algo de suprema belleza que cautive el corazón. Recuerda que el punto no es el matar los deseos. ¡Dios nos creo con deseos! El punto es santificar esos deseos y moldearlos a que se alinean con el designio de Dios. Eso es para Su gloria y nuestro gozo.

 

ESCRITO POR: Juan Fernando Moncayo

8 04, 2021

NEHEMÍAS, UN BUROCRATA AL SERVICIO DE DIOS Y DE SU PUEBLO

2022-09-21T14:38:31-05:008 abril, 21|

Nehemías fue un alto funcionario de gobierno hace unos 2.500 años. Servía al rey Artajerjes como copero, en la actualidad equivaldría al rango de primer ministro. Nehemías, era un judío descendiente de los exiliados en Babilonia, quien habitaba en la ciudad de Susa, capital de este imperio, a mediados del siglo V antes de Cristo. Su nombre significa “El Señor Consuela”.

A través de su hermano Hanani se entera que Jerusalén, sus murallas y su templo han sido destruidos. Los habitantes ultrajados y humillados. Averigua más detalles y se pone triste, llora, ayuna y ora a Dios. No contento con eso, concibe un plan, lo presenta al rey a quien servía y lo pone en práctica hasta restaurar a su pueblo en el plano material y espiritual. Lejos de solo lamentarse y buscar culpables, Nehemías actúa. No lo hace solo, cuenta en todo momento con el favor de Dios y se une al sacerdote Esdras que se encarga de reconstruir la parte espiritual del pueblo.

En otro momento me referí a que los creyentes sí deberíamos participar en política para servir al bien común. Este es un caso de un servidor público, pero que no deja de creer y obedecer a Dios y servir a su pueblo que se encuentra en extrema calamidad. Veamos algunos pasos que da Nehemías.

1. Nehemías se entera de la realidad de su pueblo (Nehemías1:2-3).* Tanto la estructura física de la ciudad de Jerusalén, la muralla y el templo han sido destruidos. La población se encuentra devastada.

2. En el verso 4 de este capítulo 1 de Nehemías vemos que, tras escuchar las malas noticias, se pone triste, llora y hace duelo. Sin embargo, no se reniega de Dios, a quién no ha olvidado, si no que ora y pide perdón a Dios, como se puede leer en los versos siguientes del 5-8.

3. En el capítulo 2:1-10 vemos que Nehemías concibe un plan de restauración y lo presenta al Rey a quién servía de copero. Este le aprueba. Pero Nehemías todo eso lo pide por escrito para evitar que otros funcionarios del gobierno se opongan. Ese proyecto lo encomienda a Dios.

4. En los siguientes capítulos de este libro, Nehemías forma equipos de trabajo con gente dependiente de Dios, eficiente y dispuesta al trabajo. No descarta a nadie y todos los convocados arriman el hombro. Sabía de las habilidades de cada uno y les saca provecho en función de todos al reconstruir la muralla de la ciudad que había sido destruida y luego el templo, trabajando junto al sacerdote Esdras. Además, delega funciones a otras personas, porque solo no lo podía hacer. Siempre, pensando que Dios le permitirá cumplir su plan 2:20.

5. El camino, proceso de reconstrucción no es fácil para Nehemías. Encuentra muchos opositores. Pero no sucumbe a la primera crítica, enfrenta y sale adelante, no se deja doblegar. Pero también se preocupa, junto a Esdras, de restaurar la parte espiritual del pueblo, algo muy sensible en la vida de sus compatriotas. Es que el testimonio de un creyente, en cualquier lugar donde Dios lo ponga, debe ser integral.

Nehemías nunca se olvida de Dios, de implementar su plan de restauración espiritual y reconstrucción física del pueblo y las murallas de la ciudad a la que pertenece. Goza del apoyo del rey al que servía para ejecutar su proyecto hasta que lo termina. Eso es trascendente en el accionar político de un creyente. Conoce bien la realidad que lo rodea, ora a Dios, contempla un plan y lo desarrolla en función de las necesidades del pueblo; no pierde en ningún momento su identidad y dependencia en Dios. Siempre es consecuente con lo que cree en toda acción para la que es llamado.

 

ESCRITO POR: Edwin Chamorro Erazo

1 04, 2021

El FINDE QUE CAMBIÓ LA HISTORIA

2022-09-21T14:38:33-05:001 abril, 21|

Si buscamos en Google cuáles son los eventos que han cambiado la historia de la humanidad, encontraremos diversas listas que incluyen acontecimientos históricos como el Renacimiento, la caída del muro de Berlín, la batalla de Stalingrado, el lanzamiento de Sputnik, la pandemia de la covid-19, entre otros. Pero hubo tres días que sacudieron la historia y sus repercusiones se han sentido por más de 20 siglos tanto en la esfera terrenal como en la espiritual.

El Hijo de Dios, es decir, Dios mismo hecho hombre, estaba de rodillas en la oscuridad de la noche. Gotas de sudor mezcladas con sangre brotaban de Su frente. «Padre, si es Tu voluntad, aparta de Mí esta copa; pero no se haga Mi voluntad, sino la Tuya», repetía una y otra vez. Sus amigos más queridos se quedaron dormidos, sin hacer consciencia de lo que estaba a punto de ocurrir.

De repente, la noche se iluminó con el brillo de antorchas y el silencio fue invadido por los gritos de una multitud que se acercaba. De entre la gente salió uno de Sus seguidores más cercanos, un hombre al que momentos antes el Creador del universo lavó los pies, que pocas horas atrás había compartido la última cena con Él. Judas besó a su maestro como muestra de su traición. Se llevaron a Jesús para ser juzgado; Él, el único hombre inocente que ha andado por la faz de la tierra.

Su mejor amigo negó conocerlo. Sus seguidores se dispersaron y huyeron. El Hijo de Dios fue enviado de un lado para el otro porque no sabían de qué acusarlo. La meta era quitarle la vida, pero ¿cómo? Los líderes religiosos lo acusaban de blasfemia, pero el Imperio Romano no se metía en los conflictos religiosos internos. La solución fue mentir. El Mesías les había dejado en claro en Sus años de predicación que Su Reino no era de este mundo, pero mintieron diciendo que Él incitaba al pueblo contra el césar. El Rey de reyes fue condenado por un gobernante terrenal. Pero Jesús le recuerda a Pilato que su autoridad le fue dada por el Amo y Señor del universo.

Todo era parte de un plan que fue ideado desde el principio. Era la misión de rescate que Dios anunció en el momento mismo que el pecado entró en el mundo. El Señor les había advertido que la consecuencia por la desobediencia era la muerte.

Pero entonces sucedió algo sorprendente: el Cristo fue condenado a esa muerte que merecía la humanidad. El amor movió al Hijo de Dios a cargar por las calles de Jerusalén una pesada cruz. Recibió azotes y burlas. Le escupieron y hundieron una corona de espinas en su frente. Clavaron enormes clavos en sus manos y en sus pies. Jesús solo puso susurrar: «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen». Y ahí, colgado en la cruz, clamó en alta voz: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?» En ese momento, Él cargaba sobre Sus hombros el peso de todo el pecado del mundo. Todas las cosas malas que hemos hecho tú y yo. Toda nuestra desobediencia. Todo nuestro egoísmo. Todas nuestras motivaciones incorrectas.

Jesús murió y Su sangre derramada satisfizo la demanda de Dios por el pecado. Tan pronto como dio Su último suspiro, quienes lo ejecutaron se dieron cuenta de que cometieron un error. ¡Era un hombre inocente! Regresaron a sus casas golpeándose el pecho mientras el cielo se oscurecía. En ese momento, un terremoto sacudió la tierra. El velo del Templo se rasgó en dos. ¡Eso significaba que ya no había separación entre Dios y los hombres! La relación que se rompió en el Edén finalmente estaba restaurada.

Sí, la consecuencia por la desobediencia era la muerte. Lo que nadie se esperó era que Él mismo asumiría esa muerte para que Sus Hijos pudieran tener vida.

Sin embargo, terminó el día viernes y amaneció el sábado en medio de un sentimiento de total desesperanza. ¿Qué clase de Mesías era este? ¿Un Mesías derrotado? Ese sábado nadie podía sonreír. En verdad, no había mucho que pudieran hacer. Era el día de reposo. Ni siquiera podían ocuparse en alguna cosa para no pensar.

El domingo llegó y las mujeres al fin podrían ir a limpiar el cuerpo de su Señor. Hacer algo por Él. Tratar de entender. ¡No tenían idea de lo que les esperaba! Iban por el camino preocupadas, sin saber cómo moverían la piedra que sellaba la entrada al sepulcro, pero… ¿Qué? La puerta estaba abierta y la tumba ¡vacía!

En ese momento apareció un ángel para refrescarles la memoria. Sí, Jesús les había dicho que moriría y resucitaría. ¡Jesús estaba vivo! Todas las dudas se disiparon cuando Él mismo apareció frente a sus ojos. Primero fueron las mujeres. Luego dos discípulos que iban camino a Emaús. Hasta que fue donde estaban todos reunidos. No cabía duda. ¡Resucitó! La desesperanza se convirtió en esperanza. ¡Jesús estaba vivo!

Con Su muerte, Cristo lavó los pecados de la humanidad. Logró la reconciliación entre Dios y aquellos que eran Sus enemigos. Y con Su resurrección, el hijo de Dios derrotó a la muerte (la paga del pecado). La resurrección de Jesús nos dio nueva vida, salvación y la esperanza de pasar toda la eternidad a Su lado.

No hay mejor explicación que esta:

Porque mientras aún éramos débiles, a su tiempo Cristo murió por los impíos. Porque difícilmente habrá alguien que muera por un justo, aunque tal vez alguno se atreva a morir por el bueno. Pero Dios demuestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros. Entonces mucho más, habiendo sido ahora justificados por Su sangre, seremos salvos de la ira de Dios por medio de Él. Porque si cuando éramos enemigos fuimos reconciliados con Dios por la muerte de Su Hijo, mucho más, habiendo sido reconciliados, seremos salvos por Su vida.

(Romanos 5:6-10).

¡JESÚS HA RESUCITADO!

¡EN VERDAD HA RESUCITADO!

El mundo jamás volvió a ser igual…

 

ESCRITO POR: María del Carmen Atiaga

31 03, 2021

Fanesca

2021-03-31T10:55:32-05:0031 marzo, 21|

INGREDIENTES

  • 2 1/2 libras de sambo tierno picado
  • 1 libra de zapallo tierno picado
  • 1 1/2 lb de arvejas tiernas
  • 2 lb de choclo tierno desgranado
  • 1 lb de frijol tierno pelado
  • 1 1/2 lb de habas tiernas peladas
  • 10 hojas de col de seda picadas finamente
  • 2 lb de bacalao de buena calidad
  • 4 onzas de arroz blanco cocinado
  • 1 1/2 lb de chocho pelado
  • 1/2 lb de pasta de maní
  • 6 tallos de cebolla larga picada finamente
  • 6 cabezas de ajo molido
  • 6 onzas d mantequilla de buena calidad
  • 2 cdas. de manteca roja
  • 1 1/2 taza de choclo tierno bien licuado
  • 3 litros de leche
  • 6 onzas de queso creman o tierno
  • Sal, pimienta, comino y orégano al gusto
  • Rodajas de huevo duro, maduro frito, perejil y masitas para decorar

PREPARACIÓN

Al bacalao dejarle la noche anterior remojando o en 1 litro y medio de leche tibia en la refrigeradora, al día siguiente sacar las espinas y la piel, separar la carne y cernir esa leche que se añadirá a la fanesca.

Cocinar el sambo y zapallo con poquísima cantidad de agua, pasar por un prensapuré

Picar la col en “el pica todo”, cocinarla en poca agua y unirla al puré anterior

Hervir todos los granos separados

Cocinar el arroz y dejarlo suave

Pelar el fréjol, chochos y los choclos

Refrito: mantequilla, manteca roja, ajo, cebolla, pimienta, comino y orégano, sobre este sofrito poner el arroz cocinado y aplastarlo con una cuchara de palo, formando una salsa espesa.

Añadir el puré anterior, agregar un litro de leche y los granos cocinados.

Licuar el maní con el resto de leche y añadir a la fanesca, hervir durante 10 minutos, revolviendo constantemente para que no se pegue, añadir el queso rallado, bajar la temperatura y mover; probar la sal, añadir si es necesario.

Adornar el plato con huevo cocido duro, rodajas de maduro, masitas fritas y una ramita de perejil.

FRITURAS DE HARINA PARA LA FANESCA

INGREDIENTES

  • 1 onza (30gramos) de manteca de chancho
  • 1 onza (30 gramos) de mantequilla
  • 3 cdas. de zapallo maduro cocinado y prensado
  • 1/2 cucharadita de sal
  • Harina de trigo la necesaria para formar la masa
  • Aceite para freír

PREPARACIÓN

Se bate la mantequilla y manteca hasta que mezcla esté cremosa, se añade el zapallo, sal y la harina necesaria para formar la masa, se amasar bien y se procede a freír en aceite hirviendo.

 

Por: Paulina Yépez

25 03, 2021

LA SEMANA MÁS CRUCIAL DE LA HISTORIA: DE DOMINGO A MIÉRCOLES (o jueves)

2022-09-21T14:38:33-05:0025 marzo, 21|

El otro día leí una frase de Mark Twain que decía: «Los dos días más importantes de tu vida son el día en que naciste y el día en que descubres para qué». Esto me trajo a la mente la forma en que conmemoramos los eventos especiales de nuestra fe cristiana. Sin duda, las dos celebraciones más importantes en el cristianismo son la Navidad y la Semana Santa. La primera marca la venida del Salvador y la segunda, el cumplimiento de Su propósito aquí en la tierra.

Estamos a pocos días de iniciar la famosa Semana Santa y muchos se preparan para ir a la playa, preparar y comer la fanesca o quizá realizar algún tipo de ritual religioso (aunque por la pandemia estén prohibidas las procesiones por ahora). Tenemos una variedad de películas e himnos que hablan sobre la muerte y la resurrección del Señor, pero siempre me ha parecido interesante que nos saltamos del «Domingo de Ramos» a la «Última Cena», sin tomar en cuenta lo que sucedió toda la semana.

Tanto los evangelios sinópticos como Juan dedican más espacio para esta última semana que para los 33 años anteriores de la vida de Jesús. Es el clímax de la historia, pero no solo de la narración de los evangelistas, sino de la historia de la humanidad. Todo empezó con la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén, pero los escritores bíblicos, inspirados por el Espíritu Santo, registraron otros eventos importantes que ocurrieron en esta última semana.

A los evangelios de Mateo, Marcos y Lucas se los conoce como los «sinópticos» porque son muy parecidos en estructura, contenido y vocabulario. La mayoría de los estudiosos creen que el primero en escribirse fue Marcos, y los otros dos evangelistas lo usaron como fuente, junto con otros textos, entrevistas o experiencias.

Hoy quisiera enfocarme en lo que sucedió de lunes a jueves. Por muchos siglos se ha celebrado la Última Cena en el Jueves Santo, pero la descripción más detallada que ofrece Juan en su evangelio parece apuntar a que esta ocurrió el miércoles y no el jueves. Generalmente no ponemos tanto énfasis en estos eventos durante la celebración de la Semana Santa, pero el énfasis que ponen los autores bíblicos con el espacio que les dedican y la repetición de los temas nos indica que fueron muy relevantes. Algunos de los sucesos ocurridos de lunes a jueves son los siguientes:

1. Jesús visita el Templo en Jerusalén y realiza lo que se conoce como «la limpieza del Templo». A pesar de que Juan ubica este evento en el capítulo 2 (y algunos estudiosos creen que se trata de dos eventos diferentes), los cuatro evangelistas resaltan la corrupción existente en el sistema de sacrificios del antiguo pacto. Pronto Jesús cambiaría las cosas por medio de Su muerte y resurrección, inaugurando un nuevo pacto donde no sería necesario más derramamiento de sangre.

2. Los evangelistas sinópticos registran la ocasión en que los fariseos y saduceos pusieron a prueba a Jesús al preguntarle si debían pagar los impuestos al césar o no, como judíos. Recordemos que, en la cosmovisión de estos líderes religiosos, el Mesías tenía que ser el personaje que encabezaría la independencia de Roma y restauraría el antiguo reino de Israel. Jesús les muestra la cara del césar en la moneda y les da a entender que Su Reino iba más allá de los gobiernos terrenales.

3. Jesús es abordado por un grupo de saduceos que le hacen una pregunta sobre la resurrección. Esta secta afirmaba que no existía la resurrección y en esto difería de la de los fariseos. Jesús confirma la realidad de la resurrección y explica que la vida eterna no será parecida a la que vivimos en este mundo terrenal. Para los saduceos, la confirmación final de esta verdad se daría pocos días después, al resucitar Jesús mismo de entre los muertos, delante de sus propios ojos.

4. Aunque Lucas ubica la explicación del Gran Mandamiento en el capítulo 10, los otros dos evangelistas incluyen este evento durante la Semana Santa. Antes de morir y resucitar, Jesús quería dejar bien en claro que toda la ley se resume en el amor a Dios y el amor al prójimo.

5. Jesús mantiene confrontaciones fuertes con fariseos, escribas y saduceos. Muchas de ellas son por medio de parábolas en las que uno de los temas principales es cómo los judíos han rechazado al Mesías y cómo la salvación se extiende también para los gentiles. Un par de días después, la muerte y la resurrección de Jesús harían esto posible.

6. Pocos días antes de ser crucificado, Jesús quiere que la gente no olvide que Él se irá para siempre después de subir al cielo después de la resurrección. Él anuncia cuáles serán las señales del fin del siglo (es decir, de esta época) y la señal por excelencia será Su Segunda Venida. Cristo regresará para reinar con justicia y restaurar este mundo caído.

7. En estos días, después de tantas confrontaciones, los fariseos se dan cuenta de que Jesús definitivamente no es el Mesías que se ajusta a sus expectativas y planean matarlo. Encuentran un aliado en Judas, uno de los discípulos de Jesús. Juan nos indica que la resurrección de Lázaro tuvo mucho que ver con esta decisión de matar al Señor, ya que Sus obras convencían al pueblo de que este no era un ser humano común y corriente.

8. Durante la Cena Pascual, Jesús instaura un nuevo pacto que estaría basado en Su cuerpo, entregado por nosotros, y Su sangre, derramada por nosotros. El Señor instruye a sus discípulos que coman el pan y beban de la copa en memoria de Él.

Juan, el evangelista, nos lleva a la intimidad de la Última Cena y comparte con nosotros las últimas enseñanzas de Jesús para Sus discípulos. Como sabemos, las palabras antes de morir siempre son las más importantes que saldrán de los labios de una persona. El Señor quería que estas enseñanzas quedaran impresas en los corazones y mentes de Sus amigos queridos. Algunas de las principales enseñanzas de la Última Cena, en el evangelio de Juan, son las siguientes:

1. Jesús toma una toalla y un balde, y comienza a lavar los pies de Sus discípulos. El Señor se muestra como el líder siervo. Al hacer esto, les demuestra cómo Sus seguidores debían servirse unos a otros y, al terminar, asegura que la gente sabrá que son Sus discípulos si se aman como Él los ha amado.

2. El Señor sabe que se avecinan momentos difíciles para los discípulos. Algunos dudan y quieren ver al Padre. Para animarlos, Jesús les recuerda que es uno con el Padre y asegura que Él es el Camino, la Verdad y la Vida. Ellos no debían olvidarlo: nadie podía llegar al Padre, a menos que fuera a través de Él.

3. Jesús se presenta como la vid y les dice que ellos son las ramas. Una rama no puede hacer nada si está separada de la vid. El propósito del creyente es dar fruto abundante, pero esto solo es posible cuando está unido a Cristo.

4. Los discípulos están tristes porque Jesús les anunció que los dejaría. Sin embargo, les promete que enviaría al Consolador, al Espíritu Santo, a la tercera Persona de la Trinidad, la presencia de Dios mismo. De hecho, el Señor les dice: «Les conviene que yo me vaya». El Espíritu Santo vendría para empoderar a los cristianos para creer para salvación, para predicar el evangelio, y para vivir una vida de obediencia.

5. Finalmente, antes de ser arrestado, Jesús ora por Sus discípulos. Él pide que sean santificados en la Palabra, para que permanezcan unidos y para que sean guardados del mundo.

¿Alguna vez habías visto tu Semana Santa a la luz de estos eventos y enseñanzas? Te invito a que puedas leer estos pasajes y meditar en ellos, mientras recuerdas lo que Cristo hizo por ti para limpiar tus pecados y darte el regalo de la vida eterna.

 

ESCRITO POR: María del Carmen Atiaga

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